domingo, 14 de junio de 2009

El poder de la gratitud: El salario emocional.

Hasta no hace mucho las empresas pensaban que lo único importante y que valoraban los trabajadores era su salario económico. Sin embargo existe otro salario, del cual se ha hablado poco y dado poca importancia y es a lo que denominamos "salario emocional".

Más o menos viene a expresar el grado de gratitud y satisfacción que cada persona siente y percibe que le aporta su empresa. Cuando las personas no perciben o reciben un salario emocional escaso, por muy bueno que sea el económico, se sienten como un número más en la empresa y tienden a esforzarse lo justo, a no participar, implicarse y aportar lo mejor de ellos/as mismos/as. Permanecen en la empresa por obligación o porque no tienen otra oportunidad, pero no por lealtad. Que las empresas desarrollen actitudes de gratitud hacia sus personas es altamente rentable en términos económicos y emocionales. Son muchos los momentos, en el día a día de la empresa, donde se puede expresar nuestra gratitud, contribuyendo al bienestar de las personas que influye en el nivel de esfuerzo.

Existe una frase que es importante que esté presente en cada empresa: "antes dar que recibir". La mayoría de las veces cosechamos lo que sembramos y a veces las actitudes se pueden cambiar, mejorar: Por parte de la empresa hacia los/as trabajadores/as. Y después de los/as trabajadores/as hacia la empresa.

En el sentido contrario no será eficaz. La mayor parte de las empresas se han hecho fuertes, solventes, competitivas, porque un número determinado de trabajadores aportó muchísima inteligencia, esfuerzo, sinsabores... La gratitud tiene que ser un valor en alza en el mundo empresarial. Las personas no sólo esperan una retribución económica, sino y más importante la emocional. Los/as empresarios/as deberíamos reflexionar serenos sobre: ¿de qué formas reconocemos y gratificamos a las personas?

En una gran empresa en la que alguna vez trabajé, me encontré con uno de los directivos que al verme me paró y me dijo: "José Antonio, hoy es mi último día de trabajo, me jubilo". Le doy la enhorabuena y él me dice con los ojos humedecidos de tristeza: "vengo ahora mismo de la dirección y me acaban de regalar este reloj y está bandeja, no se siguen agradecimiento a todo el trabajo que desde hace más de 20 años que he desarrollado o por la alegría de que hoy va a ser mi último día de trabajo. En toda mi vida laboral nadie hasta el día de hoy me había agradecido nada. He cometido errores pero pienso que he hecho muchas cosas por esta empresa".

Este era el caso de un directivo, pero yo me pregunto, en esta gran empresa que ya han conseguido unas cuantas ISO, trabajan en el modelo "EFQM" y en tantas otras certificaciones, expresaban que las personas, el potencial humano, el talento, eran lo más valorado, ¿Se sienten realmente valoradas las personas? ¿Funciona el salario emocional?

Tenemos que pasar de la teoría a la práctica, al reconocimiento día a día de esas pequeñas cosas que nuestros/as trabajadores/as consideran importantes como reconocimiento como personas.

Un amigo mío hace selección de personal y cuando se presentan profesionales que han estado muchos años trabajando para la misma empresa, les pregunta: ¿por qué quieres cambiar de empresa?

Las respuestas de todos se reducen a tres:

  • "No veo claro el futuro de la empresa, no tienen un proyecto que me ilusione".
  • "No me siento reconocido/a y valorado/a".
  • "Estoy cansado/a de sentirme un número y que nadie me reconozcan nada".
fuente: hiru.com

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