por Gustavo Román Rodríguez
Es realmente desconcertante la visión profética y futurista del escritor inglés Aldous Huxley. Cuando releemos su obra cumbre "Un mundo feliz", escrito hace ya 66 años, podemos apreciar que es el verdadero modelo de las llamadas novelas científicas o de anticipación, en la que el autor especula sobre las conveniencias de un ilimitado poder de la ciencia. Describe en una época del futuro, un mundo regido por un sistema socialista, en el cual la sexualidad ha perdido toda finalidad reproductora y carece de inhibiciones morales. Las generaciones en la novela continúan gracias a una fábrica de bebés, cuya fecundación se efectuó en ovarios artificiales y son traídos a la luz no por obstetras sino por bioquímicos, pasando luego a formar parte de una de las tres castas en que está dividida la sociedad. La vida gratificante de los adultos, se fundamenta en gran parte, en el consumo de drogas llamadas 'Soma', de varias categorías, que calman el dolor físico y psíquico y son capaces de producir fantasías y sensaciones orgánicas de diversa índole, desde una placidez ataráxica, hasta un orgasmo intenso.
Huxley, empezó con esta obra a anunciar los inminentes peligros del consumismo exagerado y de la deshumanización de la sociedad. En una novela posterior, -"Juvencia"-, logra reunir nuevamente la hipótesis científica y la sátira moral. En ella, un médico revela a un millonario tonto un remedio contra la vejez, y éste, alimentándose nada menos que con intestinos de carpa -animal longevo- patentiza la repugnante extravagancia de quien se niega a abordar la senectud y a aceptar los cambios inherentes a la edad.
Revela en su obra, un universo condenado al dolor y rescatado por la ciencia, pero todo a expensas de la abolición del espíritu; además plantea la cuestión: ¿cuál es el papel de la ciencia? ¿Debe ser el hombre para ella o ella para el hombre?
Lo sabio sería: la ciencia para el hombre. Pero hoy la vemos regulando total y maquinalmente nuestra vida, ignorando las necesidades del espíritu. La vida se está ordenando según los cánones de la ciencia, y prácticamente es avasallada por una organización técnica rígida, sin respeto a los ideales humanos y sin calor amoroso, pretendiendo suplantarlos en vano por drogas, técnicas médicas, bienes de consumo.
¿Qué nos presenta este nuevo mundo vaticinado por Huxley?: perfeccionamientos genéticos, desarrollo y crianza de los niños fuera del vientre materno, adaptación de la inteligencia a las necesidades de la sociedad, control del sexo de los individuos, control de los sentimientos para evitar el dolor psíquico. Pero además hay un ataque contra las ilusiones; nos estamos convirtiendo en robots incapaces de sentir y de soñar por nuestros propios medios y con nuestras propias funciones. Estamos seleccionando los embriones pero quitando a las criaturas el gusto por las rosas o los libros, como bien lo expresa J. Estelrich.
Hoy día, tratamos de obtener los placeres, como lo predijo Huxley, merced a la acción de drogas 'milagrosas' ('somas' contemporáneos), desde el LSD y el 'Extasis', hasta las benzodiazepinas y el publicitado Viagra. ¿Estriba en ellas nuestra futura felicidad? Basta observar cómo deambulan por nuestras calles los famélicos adictos, que parecen cadáveres vivientes con un rictus en la cara que delata su dolor espiritual y su lenta agonía.
¿Creen la ciencia y la industria farmacéutica que una potente erección lograda con fármacos, produce felicidad a una mujer que no recibió una palabra o una caricia portadoras de ternura o amor durante una relación? ¿Ignoran acaso que el mejor afrodisíaco para el varón, lo constituye la aproximación a una mujer tierna y dulcemente seductora, que incite a compartir con ella todo su ser y no solamente la unión de los genitales? La deprivación afectiva genera agresividad y la materialización del ser humano, marchita su espíritu.
La novela de Huxley se consideró como una burla a la ciencia, pero su conversión en una cruel realidad, nos sumerge en la incertidumbre de si la misma ciencia no está atentando criminalmente contra el ser humano.
Estoy en todo de acuerdo con lo expuesto por Juan Manuel Santos en su excelente columna de el diario colombiano "El Tiempo"... o hay una conciliación entre las humanidades y la ciencia o nuestra civilización irremediablemente morirá.
martes, 2 de junio de 2009
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